martes, 24 de julio de 2012

Educando a los hijos desde la infancia

La mente de un recién nacido ha sido comparada a una página en la cual no hay nada escrito. En realidad, muchas impresiones se han hecho en la mente del infante aun mientras ha estado en la matriz de su madre. Y ciertos rasgos de la personalidad están escritos indeleblemente allí por medio de la herencia genética. Pero desde el momento del nacimiento en adelante hay una enorme capacidad para aprendizaje allí. Más bien que una sola página, es como si una biblioteca entera estuviera esperando que se imprimiera información en sus páginas.
Al nacer el bebé, su cerebro pesa solo la cuarta parte de lo que pesará en la edad de adulto. ¡Pero el cerebro crece tan rápidamente que en solo dos años alcanza tres cuartas partes de su peso de adulto! El desarrollo intelectual va al mismo paso. Los investigadores dicen que la inteligencia del niño se desarrolla tanto durante los primeros cuatro años de su vida como durante los siguientes trece. De hecho, algunos declaran que “los conceptos que el niño aprende antes de su quinto cumpleaños están entre los más difíciles que alguna vez afrontará
Conceptos básicos como derecha e izquierda, arriba y abajo, lleno y vacío, así como grados comparativos de tamaño y peso nos parecen muy naturales a nosotros. Pero el niño tiene que aprender estos conceptos y muchísimos otros. El mismo concepto del habla —de que los sonidos pueden comunicar pensamientos de una mente a otra— tiene que ser implantado y establecido en la mente del bebé.
Algunos consideran el idioma como “probablemente el más difícil logro intelectual que se exige de un ser humano.” Si usted ha luchado alguna vez por aprender un nuevo idioma, probablemente concuerde con esto. Pero usted por lo menos tiene la ventaja de saber cómo funciona el lenguaje. Un bebé no lo sabe, y sin embargo su mente puede captar el concepto del idioma y ponerlo a funcionar. No solo eso, sino que niños de tierna edad que viven en hogares o sectores bilingües quizás hasta hablen dos idiomas con facilidad... ¡antes de que siquiera hayan empezado a ir a la escuela! Como se ve, la inteligencia está ahí, esperando que se le desarrolle.
Hable al infante, no en “lengua de nenes” o balbuceos pueriles sino en lenguaje sencillo de gente crecida, que es lo que usted desea que él aprenda. Cuando la criaturita aprenda a hablar, va a soltar sobre usted una inundación de preguntas: ‘¿Por qué llueve? ¿De dónde vine? ¿Adónde se van las estrellas durante el día? ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro?’ ¡Así fluyen las preguntas, sin fin! Présteles atención, porque las preguntas están entre los mejores instrumentos que tiene el niño para aprender. El sofocar las preguntas puede sofocar el desarrollo mental.
Cada niño es diferente y tiene una personalidad singular, y se le debe ayudar a desarrollarse en armonía con su potencialidad y dones heredados individuales. Si se educa a cada niño de modo que desarrolle sus puntos fuertes y aptitudes heredados, no tendrá que envidiar los logros de otros niños. Cada niño debe ser amado y apreciado por lo que en sí mismo es. Mientras usted esté tratando de ayudar al niño a vencer o controlar malas inclinaciones, no debe tratar de obligar al niño a encajar en un molde
determinado de antemano. Más bien, guíelo de modo que él dé el mejor uso a los buenos rasgos de su propia personalidad.

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